Artículo de opinión: Aires nuevos para el Viejo Mundo
(16/Febrero/2009)
   
 

La llegada de Barak Obama a la presidencia de Estados Unidos ha sido un hito histórico por el mero hecho de tratarse de un afroamericano. Pero su elección evidencia otros movimientos de fondo importantes, como el hecho de que la sociedad norteamericana se haya movilizado electoralmente como no lo hacía en décadas, en un país que acostumbra a tener los índices más bajos de participación de las democracias occidentales.


El anuncio de cierre de Guantánamo, reclamado durante años por las organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos, puede suponer un cambio de ciclo en la estrategia mundial contra el terror. No sólo se clausura una prisión tristemente emblemática en la práctica de la tortura, sino que se desautoriza toda una forma de proceder en la lucha contra el terrorismo, en la que estrategias como los vuelos secretos de la CÍA, que han requerido el consentimiento y la colaboración de otros gobiernos, entre ellos el español, han sido eje fundamental de una política internacional basada en la desconfianza, la manipulación del miedo, y un retroceso sin precedentes en los derechos individuales, colectivos y humanos.


No es casual que el cambio de aires en la Casa Blanca se produzca en pleno ojo del huracán de una crisis económica originada en EEUU, pero que ha puesto en jaque los mismos cimientos del sistema financiero internacional, y ha asestado un duro golpe a la credibilidad de la economía capitalista, hasta el punto de que ya hay quienes, ante el temor a que sus fundamentos se revisen, advierten de los riesgos de una excesiva regulación y proteccionismo.


Toda una dinámica que debería tener su traslación en el Estado español y Euskal Herria. Hace unos días se daba a conocer públicamente el contenido de un informe elaborado por el relator de la ONU, en el que se denuncian las prácticas y medidas que desde el ámbito abertzale se han venido criticando en los últimos años, y que han desarrollado sucesivos gobiernos de PP y PSOE bajo el paraguas de la lucha antiterrorista: la impunidad que genera el régimen de incomunicación para la práctica de la tortura; el castigo añadido que supone la estrategia de dispersión para las familias de los presos; la pena añadida que constituye una prisión preventiva que puede prolongarse hasta cuatro años; la filosofía de cumplimiento íntegro de las penas, basada en una ‘doctrina Parot’ que conlleva de facto la negación de los beneficios penitenciarios; la Ley de Partidos, cuya ambigüedad en la definición del terrorismo facilita una aplicación extensiva; la existencia de un tribunal de excepción, la Audiencia Nacional, para juzgar específicamente casos de terrorismo; la nula investigación de las denuncias por tortura, y un largo etcétera que para este organismo resulta inaceptable -o muy cuestionable- desde la perspectiva del respeto a derechos elementales.


Ya es hora de que Rodríguez Zapatero emule ‘de verdad’ a Obama, y emprenda una reforma de fondo que erradique viejas fórmulas que hunden sus raíces en las rancias formas del franquismo, en la llamada transición asumidas por los bajos fondos del Estado en su guerra sucia contra ETA, cuya máxima expresión fueron los GAL en los años 80, también bajo gobierno socialista.            Es hora de hacer emerger un cambio que vaya más allá de la estética, y que permita reformular en fondo y forma la estructura y la cultura política del Estado español, a día de hoy más basada en la coerción y la represión, que en el convencimiento y el ejercicio democrático.


En algunos casos es bien sencillo: basta asumir e implantar con carácter generalizado las recomendaciones de ciertos organismos independientes como Amnistía Internacional. Hace unos meses Torturaren Aurkako Taldea afirmaba que con la aplicación del protocolo contra la tortura en la CAV, desde 2005 las denuncias han bajado en un 100%. Todos los años AI denuncia la práctica de la tortura en el Estado español, realidad que quizá para miles de ciudadanos forma parte de la ficción, o tal vez de una incómoda ensoñación que interfiere puntualmente en su conciencia creando incomodidad moral. Lo cierto es que es una pesadilla que tiene nombres y apellidos: los de quienes la sufren y los de quienes la infligen, promueven o amparan. Debe tomar ejemplo el PSOE de las palabras del Alto Representante de la UE en la Política Exterior Javier Solana respecto a la prisión de Cuba, y cerrar su propio Guantánamo español.


Estamos ante un cambio de marcos de referencia a nivel internacional, que debe tener su correlación en el ámbito cercano. Es momento de corregir vicios de funcionamiento basados en el estatismo, como el que ha llevado en Navarra a UPN y PSN a aliarse y frustrar el cambio político, cueste lo que cueste, y aun a costa de tapar mutuas prácticas irregulares y corruptas (cajas B, C...etc), y asentar tratos de favor y clientelismo (véase gestión de VPO por los sindicatos al margen del baremo único) para salvaguardar un sistema de privilegios que beneficia una elite minoritaria, y perjudica a la mayoría, en este momento de crisis económico y social que puede serlo también de este sistema de contraprestaciones particulares.


El mismo atavismo por el que en 1982 derecha y socialismo se unieron para negar la capacidad de decisión de los navarros y las navarras, e impedir que votaran el Amejoramiento Foral, llevó a las direcciones UPN-PP y PSOE-PSN a impedir un gobierno alternativo, de progreso y convivencia para Navarra en agosto de 2007. Las mismas razones, en el fondo, que explican que UGT y CCOO acepten la Medalla de Oro de Navarra de manos de UPN en pago a su sumisión estratégica e ideológica en plena crisis sociolaboral. O a firmar un IV Plan de Empleo basado en recetas fracasadas que promete lo ya incumplido, y bajo cuyo amparo el presidente Miguel Sanz alienta una nueva “flexibilidad laboral”, augurando nuevos abusos para los trabajadores y trabajadoras.


Frente al ‘Show must go on’, al ‘más de lo mismo’ y formas reactivas de entender el poder que representan dirigentes ‘de la vieja escuela’ como Miguel Sanz, Roberto Jiménez, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy... o Tzipi Livni y Netanyahu, en el ámbito internacional, debemos propugnar claramente y sin complejos la necesidad de un cambio en el fondo y las formas en el Viejo Mundo. La llegada de Obama al poder en Norteamérica es una oportunidad también para Europa de revisar, desde sus propios parámetros y trayectoria, referentes y esquemas ya caducos. Es hora de que aquellos que creemos en otra sociedad, otra Navarra y otro mundo posible trabajemos para reforzar esa posibilidad.


La crisis de lo preestablecido no tiene por qué conllevar ni el caos ni una desesperanza por temor a que la promesa se trueque en un mero cambio de protagonista, sin contenido. Sin caer en pretensiones ilusorias, lo cierto es que, en este momento, la confluencia de varios movimientos que cuestionan formas de hacer y de estar, en el ámbito político y económico internacional, nos ofrece la oportunidad de articular un avance social y democrático de amplio alcance.


Y debemos empezar por casa, en Navarra, donde los signos que así lo demuestran son evidentes, la ruptura del pacto de la derecha, las tensiones y la reubicación de los socios de gobierno UPN-CDN-PSN, y la emergencia de fuerzas y corrientes que, como Nafarroa Bai, dan cauce y forma a una alternativa real, plausible y esperanzadora para Nafarroa.